31.3.08


Aprendiendo a escuchar - Parte I

En la Cultura Védica (India en sus comienzos, geográficamente hablando) se recomienda que la mejor manera de obtener todo lo bueno que buscamos y NECESITAMOS, es sentarse a los pies de alguien que ya ha bebido esa misma experiencia que ahora estamos añorando.
Simplemente sentarse. Y escuchar, escuchar, escuchar...
Y claro, a la práctica se ha dicho. A practicar, asimilar, ser paciente, purificar, y saborear.
Tan simple como sublime. Tan breve como eterno.
Siéntense, escuchen a través de sus ojos, y disuelvan lo que ya saben....



Disolviendo el ego falso

Entonces llegará el día en que nuestro sentimiento egoísta se desvanecerá y de nuestro interior surgirá, despertándose, nuestro yo real, un miembro del mundo infinito, y nos encontraremos en medio de las dulces ondas de ese medio ambiente. Allí, todo es dulce, la brisa es dulce, el agua es dulce, los árboles son dulces; todo lo que encontramos es dulce, dulce, dulce.
El ego interno es nuestro enemigo y para disolverlo hemos de cumplir con nuestro deber del modo que juzguemos más conveniente, pero sin esperar jamás una reacción que corresponda a lo que deseamos. Si adoptamos este karma-yoga, en muy poco tiempo, nos daremos cuenta que el ego falso, que siempre esperaba algo torcido para sus propósitos egoístas, se ha desvane­cido; el extenso y amplio ego interior ha surgido y estamos en armonía con todo el universo. El mundo armonioso se revelará y la capa de deseos egoís­tas desaparecerá.
La causa de nuestro mal no está afuera, sino dentro de nosotros. Un vaiëòava Paramahaêsa, un santo del más elevado nivel, considera que todo está bien y no encuentra nada de qué quejarse. Cuando alguien puede per­cibir que todo es extremadamente dulce y placentero, comienza a vivir en el plano de la Divinidad. Nuestro ego falso produce sólo disturbios y ha de ser disuelto. No deberíamos pensar que el medio ambiente es nuestro enemigo, debemos esforzarnos por detectar la gracia divina en todo lo que viene a nosotros, incluso si se presenta como un enemigo aparente. Todo es la miseri­cordia del Señor, pero no podemos verla, más bien vemos lo opuesto; tene­mos tierra en los ojos.
En realidad todo es divino; todo es la gracia del Señor; la enfermedad está en nuestros ojos. Estamos enfermos y si nos curamos, nos daremos cuenta que estamos en un mundo magnánimo. Sólo las capas del deseo nos enga­ñan, impidiéndonos apreciar la realidad del mundo. Un estudiante genuino de la escuela devocional adoptará esa actitud hacia el medio ambiente y hacia el Señor. Debemos tener en cuenta que la voluntad de Dios está en todas par­tes, ni siquiera una brizna de hierba puede moverse sin la sanción de la Autoridad Suprema. Él percibe y controla todos los detalles. Tenemos que contemplar el medio ambiente con optimismo; el pesimismo está dentro de nosotros: Nuestro ego es responsable de todo tipo de males.

-------------------------- (Continuará....)

Cierra tus ojos y disuelve.

1 comentario:

Carina dijo...

Gracias por recordarnos que vivimos sumergidos en un océano de néctar.
A quién se le podría haber ocurrido mejor de lo que es? A nadie más que al Señor de los MIsterios y de la Dulzura.
Carina