12.11.10



Cuando los sabios hablan, los sabios escuchan



Un sabio no sólamente habla.

Es más, generalmente una de las características de aquellos que no son precisamente sabios, es que no muestran una inclinación muy gustosa hacia el escuchar: sólo quieren hablar. Sólo quieren ser escuchados, considerarse el centro de atención, y de esta manera dejando de ser sabios de inmediato.

Pues ser sabio significa dejar que la Verdad ocupe el centro, el cetro, que el mensaje perfecto sea el que descienda a bendecir tanto al oyente como a la audiencia, y en definitiva que ambas partes simplemente intenten dentro del máximo de sus posibilidades, volverse instrumentos de esa vibración sublime.

Es por ello que uno de los más resaltantes aspectos en el comportamiento de un verdadero sabio, es que el ama escuchar la Verdad. Es más, el no sólo se regocija en este acto, sino que lo considera un alimento necesario para cada día de su vida, por lo que constantemente está buscando las chances de recibir semejante nutrición.

Incluso cuando habla, el sabio no deja de escuchar.

Al hablar, un sabio simplemente presta atención a lo que pueda fluir de sus labios, lo cual no es producto de su propia independencia, como un logro aislado separado de lo que está transmitiendo, sino que más bien el sabe que si está bien situado, todo lo que él diga no lo dirá él, sino que más bien la voz del Infinito sabrá hacerse presente a través de sus palabras, por lo que estará más que ansiosos de descubrir qué otras novedades tiene para darnos ese plano tan excelso.

Y desde ya, ni hablar de cuando un sabio se encuentra frente a otro sabio. Qué fiesta para ambos. Qué deleite continuo que ellos experimentan en su mutua compañía. Un sabio nunca se considera sabio, pero siempre conidera sabios a los demás, en el sentido de que siempre considera que todos tienen algo para enseñarnos (ya sea lo que hay que hacer, como lo que no), y así el presta refinada atención al mensaje que cada persona y circunstancia tengan para develarle.

Ser sabio significa esto: aprender a escuchar, no con nuestros oídos de materia, sino con nuestra atención interna, mostrando una plena disposición a dejarnos iluminar por el entorno, a "escuchar" y no tanto querer ser escuchados. A dejar de lado las incontables demandas del ego falso, quien siempre desea absorber una energía de uno y de los demás en exceso, y en lugar de esto, saber dar el lugar y el tiempo a lo que se nos quiere enseñar a cada instante.

:)

1 comentario:

Gouri Seva Devi Dasi dijo...

cuando los sabios hablan, los sabios escuchan...muy cierto.

Lindo post, clava en nuestros corazones como es que debe ser la humildad de los sabios.

compartiendo blogs =)

Reverencias, Hare krsna

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