“Si no tenemos realizaciones, entonces no hemos abrazado la realidad espiritual de acuerdo a las intenciones del Señor.”
Hoy leì esta frase en uno de mis cuadernos de apuntes de los libros que he leìdo a lo largo de estos años, y sencillamente detonò en mi toda una serie de reflexiones, apreciaciones y realidades màs que necesarias, algunas de las cuales intento compartir aquì debajo. Espero sea/n de su agrado asimismo...
- El sìntoma del real avance en la vida, es el constante regalo en la forma de nuevas realizaciones, nuevas maneras de ver las cosas en forma màs profunda y madura.
- La manera de recibir este regalo, depende en què medida estamos reconociendo y aceptando que existe un ente regulador por encima de nuestras cabezas.
- Este ente regulador, no es cualquier entidad, sino LA entidad: el Señor.
- “El Señor” no es el Señor Gòmez, Pèrez, y demàs lista de apellidos, sino que nos referimos al Señor de Señores, el origen de toda belleza, aquella personalidad que es exclusivamente capaz de cautivar nuestro ser todo, por completo y màs allà de nuestra imaginaciòn y experiencia.
- Pero para recibir semejante contacto, semejante cariño inexplicable, debemos entender que esto comienza por entender que existe algo llamado realidad espiritual, y no solo contemplar la existencia de esta realidad como “una realidad màs”, sino como la verdadera realidad, siendo cualquier otro plano de existencia, como mucho una sombra de la realidad original: la realidad espiritual.
- Y para ganar acceso a semejante mundo, a semejante estado de conciencia y visipon, debemos tener en cuenta por sobre todo (sobre todo incluye a nosotros mismos con todo lo que ello implica) las intenciones de este Supremo y todo-amoroso Señor.
- “Abrazar la realidad espiritual de acuerdo a las intenciones del Señor”: pues que invitaciòn, que desafìo a desplumar el falso glamour de nuestra quizàs presente condiciòn. Es nuestra vida y alma el esforzarnos por, primero que nada, entender y aceptar teòricamente, que las intenciones del Señor para con nosotros son las mejores, mejores incluso que nuestras propias intenciones para con nosotros mismos.
Y segundo, llevarlo a la pràctica, sin importar què tanto duela esto al ego, mente, y demàs sèquito adulador y traicionero. En cada instante, en cada situaciòn, en cada “problema”, entender, aceptar, recordar, agradecer las intenciones del Señor, como lo mejor que nos podrìa pasar en nuestra vida. Si logramos hacer que nuestro corazòn halle esta divina frecuencia, habremos obtenido el preciado acceso al reino antimaterial, a la morada donde cada segundo que respira, es un momento aùn màs inolvidable y encantador que el anterior, y asì ad infinitum, ad eternum.
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Precauciòn: No traten en sus hogares de entender y/o imaginar semejante realidad mediante medios mecànicos y racionales, corren el peligro de hacer estallar su intelecto sin haber logrado nada. Tan sòlo sigan el procedimiento descrito, y ya estaràn llegando...
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