Con algo de demora nos dirijimos a analizar el desastre acontecido algunas semanas atrás en Japón, a la luz de una mirada lo más conciente posible…
Como siempre lo decimos pero parece que nunca terminamos de creérnoslo, este tipo de acontecimientos nos siguen tratando de hablar a gritos acerca de la necesidad de un cambio a nivel global.
De una transformación radical en nuestro modo de encarar la existencia, de relacionarnos con cada partícula de vida que nos rodea…
El planeta es una entidad viviente que sufre y reacciona igual que cualquiera de nosotros. El planeta vive y siente, y por ende nos expresa sus diversos sentimientos de una forma muy clara. Lo hace de una manera tan clara que poca interpretación se hace necesaria para entender su clamor desesperado.
En los últimos tiempos, esta entidad viviente llamada planeta ha estado vociferando en un nivel de volumen casi ensordecedor a cada uno de nosotros, a través de muchísimos episodios y situaciones catastróficas, tratando de alguna u otra manera de llamar nuestra atención hacia la urgente necesidad de un cambio real e inmediato en nuestras costumbres. Pero no importa cuánto volumen posee su voz, parece ser que la sordera que ataca a gran parte de la humanidad es más fuerte que los alaridos de nuestra madre Tierra.
Es hora de comenzar a escuchar. Es hora de comenzar a ver, a percatarnos de que a nuestro alrededor existen muchos otros entes aparte de nosotros, y ellos buscan y requieren auqellas mismas cosas que nosotros anhelamos e intentamos procurar muchas veces egoístamente para nosotros, sin medir las consecuencias que esto puede generar en el entorno, a corto, mediano y largo plazo.
Y el cambio siempre comienza por casa, a modo individual comenzaremos una revolución mundial, no hay otra manera. No podemos esperar que los medios, la publicidad y demás grupos masivos despierten para nosotros sólo allí seguir su dictado, sino que debemos ser nosotros y sólo nosotros aquellos que de manera muy heroica y sin importar cuánto nos pueda esto costar, comenzar a mostrar al mundo que se puede vivir la vida de una manera natural, sana, ecológica, en contacto con valores superiores, con metas y objetivos muy por encima de los ya propuestos en el decaído sistema actual.
Empecemos cambiando todos aquellos pequeño detalles, sin importar cuán insignificante nos pueda parecer el efecto que esto genere a nuestro alrededor, ese será nuestro primer gran aporte, y así comenzaremos para nunca detenernos.
Hemos sido concebidos para graduarnos como unidades de alivio en este plano y todos los que vendrán, por lo que siempre es el mejor momento para activar esta sagrada función que nos espera por dentro…