Pasos a seguir de forma obligatoria, si es que
deseamos hacer una verdadera crítica constructiva
1) Antes de permitirme ver algun defecto en la otra persona, primeramente hacer un profundo e intensivo análisis de mí mismo, intentando reco
nocer y ubicar todos mis propios errores e impurezas. Y no sólo esto, sino pedir a mis bienquerientes cercanos que ellos mismos también me marquen aquellas cosas que consideran que debo cambiar y mejorar, y aceptar todas estas sugerencias con plena sumisión y entusiasmo, sin dejar que mi ego falso se sienta atacado, sino más bien logrando percibir la muestra de afecto que existe en este tipo de intercambios.
2) Luego de haber pasado esta etapa, puedo dirigirme a la otra persona pero sin aún permitirme ver defecto alguno: primeramente debo apreciar todas las virtudes y buenas cualidades que se encuentren presentes en tal persona, y para ello muy probablemente tenga que hacer un titánico esfuerzo, orando por tener la humildad suficiente que me permita ver lo bueno en el otro por encima de cualquier otra consideración superficial, sin que en mí surjan fantasmas como la envidia, la competencia, el desánimo de ver que el otro quizás posee alguna cualidad que yo no tengo, y demás aspectos de uno mismo que suelen entrometerse en el camino a la hora de intentar apreciar lo bueno en los demás.
3) Si he logrado pasar estas dos primeras etapas exitosamente (y el veredicto final sobre si fui no exitoso o no, no debería ni siquiera dármelo yo mismo -pues existe toda una probabilidad de caer en la falta de objetividad al considerar mi propio caso-, sino que el mismo debería ser establecido en base a la opinión de mis guardianes y guías), y si aún considero que hay algo en la otra persona que debería mencionarle para ayudarlo a mejorar su propia existencia, puedo acercarme a dicha persona, la cual se convertirá en el objeto de mi crítica constructiva, y mencionarle muy amable y humildemente aquello que yo considero que debería ser modificado para el bien de todos.
Y un punto fundamental a tener en cuenta para no arruinar a último momento este proceso: yo no debería tener la audacia de emitir crítica alguna sin antes estar yo mismo dispuesto a acompañar a la persona que recibirá mis palabras, de contenerlo y estar dispuesto a dedicar buena parte de mi tiempo y energía para ayudarle a superar aquello que yo le señale como “defecto”. Si en mí no existe tal predisposición al sacrificio, entonces será mejor mantener mi boca cerrada y no cometer el craso error de ver defectos en los demás, pues el error será sólo mío, sino he atravesado todas las etapas señaladas aquí exitosamente.
Y para aquel que ha logrado pasar todas estas etapas a la perfección, tal persona será capaz de realizar una verdadera crítica constructiva. Y tales personas son absolutamente necesaria en este mundo y en nuestras vidas, más y más de ellas. Por lo tanto debemos sentir una urgente inspiración en poder desarrollar todas las aptitudes necesarias para ser capaces de generar una verdadera crítica constructiva, la cual hará sentir a la persona “criticada” un profundo afecto y preocupación de nuestra parte, y semejante crítica sólo será percibida como un intercambio afectuoso que nos permitirá profundizar en nuestra relación con los demás, ayudarnos mutuamente a cambiar todo aquello que es necesario pulir para mantenernos siempre vivos en la senda del eterno progreso, mantener una estricta postura para con nosotros mismos (en el sentido de siempre estar atentos a aquello que debemos mejorar y corregir en nuestra vida) y desarrollar un verdadero sentimiento de compasión y misericordia hacia los demás, correctamente dirigido y aplicado.
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