¿Por qué tanto insulto?
En los tiempos actuales, y cada vez más actuales, podemos notar -analizando los tiempos no tan actuales- un sistemático deterioro en la manera en que nos comunicamos los unos a los otros.
No sólo se percibe fácilmente este cambio en la manera en qué decimos las cosas (todo un factor determinante en las relaciones) sino incluso en las palabras que escogemos para dirigirnos a los demás. Y este es el tema que hoy deseamos exponer y analizar brevemente...
Y sobre todo, analizarlo en el contexto de la utilización de lo que comúnmente se llama "malas palabras" o insultos, los cuales en su momento eran terminologías que no todas las personas las utilizaban, y aquellos que así lo hacían, las empleaban no en cualquier ocasión, sino para expresar o señalar algo en particular, muy específico, siendo de todas formas mal vistos por la mayoría de la sociedad, al expresarse de tal manera.
El punto en cuestión es que podemos apreciar cómo esta ley ha cambiado, esta tendencia ha pasado de moda, y el uso de insultos ha pasado de ser una excepción a la regla, para volverse una regla en sí, y de esta manera desplazar al diálogo educado que no hace uso de tales expresiones, a la posición de excepción del stándard predominante actual.
Este punto es algo netamente alarmante, que nos muestra de forma cruda una profunda degradación en el ser humano, el cual se ve manifiesto en diversos síntomas, entre ellos la manera en que nos dirijimos a los demás, todo un aspecto fundamental de nuestra existencia cotidiana. Pues si hay algo común y cotinuo para todos, es el hecho de que practicamente el 100% de las personas (aunque a su vez grandes niveles de aislamiento y alienación van estableciéndose más y más como peligrosos stándares que ya dejan de ser también una excepción a la regla) nos relacionamos con otras personas e intercambiamos diálogos, palabras con todos ellos...
Pero la triste situación es que es practicamente mal visto, si al finalizar una oración uno no pronuncia alguna grosería para coronar el intercambio, y así no ser visto como un bicho raro.
La violencia comunicacional se encuentra tan implícitamente situada y depositada en cada uno de nuestros momentos, que desde ya esto genera como reacción obvia e inmediata, un nivel de agresión y tensión en cada respiro de todo aquel que elije formar parte de este tipo de idioma.
Así, es todo importante el replantearnos cada uno de estos puntos, sistemáticamente:
¿Qué palabras estoy utilizando para dirigirme a otros?
¿Con qué energía estoy cargando a cada una de mis expresiones en relación a los demás?
¿Qué consecuencias esto genera en mi vida?
¿Qué estoy haciendo para poner fin a tales consecuencias?
Y así sucesivamente....
Es tiempo de reflexión, de replantearnos desde cero cómo nos estamos manejando en nuestra vida, y de ser necesario, hacer los ajustes que se requieran para devolver la añorada armonía a este mundo, y cada uno de los seres que allí habitan.
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