No more suicide...
Este es uno de los tantos ejemplos, que en esencia nos intentan llamar la atención acerca de la importancia de recibir una verdadera educación.
No es que se esté ciegamente en contra de la televisión y a favor de los libros, pues en un programa de TV puedo recibir mucha información constructiva, y en un libro X puedo no recibir nada verdaderamente favorable.
Aquí estamos hablando de contenido, más allá del envase en el cual el mismo se presente.
Y desde ya estamos en contra de todo tipo de suicidio, y uno de las más prominentes y peligrosas formas de elegir acabar con la vida de uno, no es solamente saltando de un rascacielos, tomando la cicuta o prendiendo la televisión, sino eligiendo incorporar en nuestro ser información sin contenido real. Suicidio significa perder la vida, perder el tiempo, la energía, etc. en cosas, hábitos, ideas que no poseen un contenido verdadero, que no nos terminen dirigiendo en la dirección de nuestro interés real, de la verdadera riqueza que el alma se encuentra buscando de forma permanente.
Una vida sin contenido es una vida suicida. En verdad, una vida sin verdadera substancia, no ha comenzado a ser vida aún. La vida comienza cuando un real significado es depositado y dado a ella, y para que esto acontezca es muy importante qué tipo de mensajes nos encontramos incorporando en nuestro día a día, pues de eso dependerá el destno que alcanzemos, ya que estaremos utilizando esa información como guía para movernos en este mundo y terminar así cosechando la siembra que hayamos realizado en el pasado.
Y teniendo en cuenta la presencia abismal de información vacía y sin sentido que se nos presenta hoy en día en nuestro camino a través de un bombardeo mediático que ha sido psicológicamente desarrollado para que lo último que hagamos es darle un real propósito a todo, es más que necesario tomarnos todo el tiempo que sea necesario para replantearnos la forma en que estamos eligiendo ser educados, y la forma en que estamos eligiendo que otros sean educados, o más que educados diría yo en los casos generales maleducados, deformados en lugar de formados, degradados en lugar de purificados.
Necesitamos urgentemente tomar conciencia de estos hechos y generar un cambio radical al respecto, emepzando por aquello que quizás nos resulte más difícil: aplicar todas estas cosas a nosotros mismos, y sólo recién allí pensar en cómo compartir estos dieales co el mundo que nos rodea.
Pero semejante tarea es la única loable en tiempos de tanta necesidad, por lo que afortunadamente no tenemos otra salida que embarcarnos en tal travesía, y nos llevaremos la agradable sorpresa de ver cómo nuestra vida toma cada vez más y más sentido, y los reales propósitos de la existencia (alcanzar toda una serie de inestimables metas y logros internos, jamás externos) se van cumpliendo uno tras otro.