Aquí sentándome sin una idea específica sobre la cual hablar en el día de la fecha, pero con una firme convicción y recientes experiencias que no dejan de mostrarle a uno cuán vulnerable podemos volvernos, si tan sólo "aflojamos" en nuestra determinación por un instante siquiera...
No es necesario tocar fondo y tener que ser un habitante oficial de los infiernos nuevamente para corroborar eso, sino que una simple muestra es suficiente.
El recibir una abrumadora visión del abismo que siempre está esperando alcanza y sobra para renovar nuestro entusiasmo y re-afirmar nuestros valores, hacer que nuestras metas y convicciones se vuelvan cada día más reales. El trabajar esto en el día a día es lo que verdadera y únicamente nos termina acercando a aquello que termina por darle sentido a nuestra existencia.
Cualquier otra cosa, por más imprescindible que parezca, deberá ser descartada en el acto, si no queremos experimentar todo un tortuoso proceso en donde al enseñanza terminará llegando de todas formas, pero nosotros terminaremos aprendiendo con varias heridas de guerra nuevas.
Que todo lo que nos acontece cumpla el exclusivo propósito de iluminarnos, de volvernos más sabios. Que nuestra inteligencia aumente con cada instante, y que la verdadera experiencia de vida se establezca más y más firmemente en nuestros corazones. Que las palabras (que generalmente dicen poco y nada, al no verse acompañadas de un ejemplo apropiado) puedan ser simples pero reales, y que nuestra sinceridad sea tal, que nunca nos cansemos de oir aquello que tiene por objetivo elevar nuestro stándard de vida.
Que jamás perdamos de vista el verdadero propósito de todo, el cual es acercarnos constantemente a un eterno progreso interno, a un inacabable descubrimiento de los miles de tesoros expertamente depositados en lo más recóndito de nuestro ser.
Que todo aquello nuevo que haya despertado en nosotros, no se convierta en un factor esclavizante que nos termine catapultando hacia la pereza, sino que justamente nos permita contemplar la constante invitación que se nos hace desde arriba, a mejorar, a purificarnos, a despertar en niveles y grados hasta hoy quizás inéditos y desconocidos, pero no por ello despreciables.
Aprendamos a cuidar lo realmente valioso, y a negligenciar con todo respeto aquello digno de ser desechado en tiempo récord.
Y nunca, nunca pero nunca olvidemos que aquello y Aquel que nos está esperando del otro lado de este muro invisible que aún nos mantiene un tanto en cautiverio, es mucho más grande, hermoso y sorprendente de lo que nuestra imaginación pueda concebir jamás, y basados en este último punto, desarrollemos un ferviente entusiasmo por correr cada vez a mayor velocidad en esa dirección única.
Que cada vida, año, día e instante se siga convirtiendo en una contemplación sagrada que nos inunde de gracia y sabiduría, sin descanso por favor...