Más allá de la clásica escena en donde el niño no desea adentrarse a un cuarto oscuro por padecer "miedo a la oscuridad" (cuando todos sabemos que si ese niño estaría familiarizado con la ausencia de luz, ese temor quedaría evaporado en el acto), el día de la fecha deseamos encarar este punto desde otro ángulo, un tanto más sutil si se quiere.
Más allá de la aplicación microcósmica (individual) de este principio, echémos un vistazo a cómo a nivel macrocósmico (social) esta falacia se encuentra casi omnipresente en la vida de todo terrícola que se digne de serlo...
El temor a lo desconocido es la premisa pre-establecida que nunca deja de sonar como soundtrack oficial de nuestro sistema de consumo moderno.
No sólo el temor a lo desconocido, sino el lograr generar un mecanismo automatizado de inmediato rechazo y prejuicio ante todo aquello que no encastre a la perfección con los parámetros entregados por este viciado sistema.
El lograr inculcar en nosotros toda una amplia gama de falsos valores adquiridos traumáticamente y que al encontrarnos con semejantes "emociones" dentro nuestro, nos identifiquemos plena y snetimentalmente con ellas, considerándolas nuestras más valiosas posesiones por atesorar, es uno de los principales blancos a los que apunta el mensaje subliminal (y no tanto) que no dejamos de recibir de labios del mundo externo.
Si nos atrevemos a tomarnos cinco minutos libres para un profundo análisis de las cosas, veremos por doquier esta constante: ante lo diferente me espanto, lo "no-stándard" es raro, poco común, no-masivo y por ende, le adjudico en mi mente características negativas en un sentido casi absoluto.
Y el "pequeño" detalle es que quizás esa situación/persona/temática/apariencia/etc. que me resultaba antinatural, con la cual no estaba familiarizada y "dado-que-la-mayor-parte-del- mundo-no-parece-caminar-en-esa-dirección-por-lo-que-yo-tampoco-lo-haré", quizás era justamente la puerta de salida hacia la verdadera salvación, quizás ese momento que para mi visión poco desarrollada no valía mucho, era puntualmente la invitación más oficial de toda mi vida a encontrarme con la verdadera felicidad, con todo lo que aún sigo buscando desesperadamente sin encontrarlo...
La raíz de todo este engaño de dimensiones titánicas radica en el ya famoso ego falso.
Se busca (des) nutrir, (des) alimentar un cierto sentido del "yo" que no corresponde en verdad con aquello que siempre fuimos, somos y seremos, y en lugar de esto se intenta dar importancia y magnitud a un sentido del "yo" que sólo podemos ser por unos breves instantes, lo cual de por sí implica que nunca fuimos ni terminaremos siendo eso que estamos intentando ser, esa máscara que estamos intentando sostener día tras día, pero que con el paso del tiempo nos va abandonando sin importar qué tan experto sea nuestro pataleo...
Vivir en este mundo material significa vivir en esta sociedad de consumo, en mayor o menor medida. Vivir en esta sociedad de consumo significa vivir posando y probándonos este tipo de máscaras una tras otra, en mayor o menor medida.
En resumen, abandonar el plano del engaño implica abandonar el ego falso. Y sólo podremos abandonar nuestro ego falso en la medida que descubramos, que nos encontremos dentro de nosotros mismos, con nosotros mismos, ets es, con nuestro ego verdadero, con nuestra verdadera personalidad, identidad, tendencia, necesidad y búsqueda innata: el amor real, expresado a través del servicio, del dar, pero hacer todo esto en la dirección justa y apropiada, y no simplemente desperdiciar nuestro valioso tiempo y energía en la materia muerta de un plano inerte, sino saber invertir inteligentemente todo nuestro capital en el mundo de los vivos, de la antimateria, el hogar.