¿Qué Música Escucho Hoy (y Siempre)?
Ante semejante pregunta existencial que de seguro nos hacemos cada día que pasa de nuestras vidas, es fundamental saber qué respuesta invocar para salir ilesos del viaje sonoro al cual deseemos adentrarnos...
La respuesta en un sentido es de las más simples que existen:
Trata de sólo escuchar música que te mantenga vivo, en el presente.
Y por lo tanto, evita todos aquellos sonidos que simplemente te transportan a un pasado de sensaciones aparentes, en donde intentarás revivir aquello que no podrá ser revivido tan plenamente como lo desearías, y que por ende te envíe a intentar entonces vivir en un futuro precipitado el cual aún no ha llegado y nunca llegará, a menos que logres situarte en el presente y desde allí y sólo desde allí, puedas analizar, comprender y proyectar tu existencia de manera apropiada.
La música espiritual (esto es, aquellos sonidos generados por personas espirituales con intenciones espirituales), la música viva y sensible ante todo, no se ve afectada por la influencia del tiempo material (pasado, presente y futuro) y por ende, al escucharla no nos veremos transportados artificialmente a ninguna parte que no sea el ahora. Y al vernos inevitablemente situados una y otra vez con nuestro presente delante de nuestros ojos, felizmente no nos quedará más alternativa que enfrentarlo, aceptarlo con nuestra mejor sonrisa, y emprender la aventura que el día de la fecha quiera proponernos.
El propósito del verdadero sonido es justamente ese: que sea nuestro mejor compañero de viaje para la aventura llamada vida, pero para que el sonido sea en verdad un amigo y no un obstáculo en el sendero de nuestro progreso, el mismo debe provenir de una fuente profunda, pura, viva, que no deje de transportarnos a un estado de conciencia en donde busquemos aceptar la realidad de las cosas en la manera correcta, en donde no seamos evasores de la responsabilidad y el compromiso que nos toca, sino que más bien sepamos cómo lidiar con todo lo que se nos presenta en el camino de una manera amigable y siempre agradeciendo todo aquello que viene a nosotros.
Si el sonido, si la música que elijo escuchar hoy (y siempre) no genera en mi tales sentimientos, si no cumple semejantes expectativas y necesidades, y en lugar de esto sólo me distrae de mi única y más interna necesidad, en lugar de ayudarme a enfocarme y dirigir con mayor puntería mi energía en la dirección apropiada, entonces con el mayor de mis respetos tal sonido será mejor hacerlo a un lado para siempre, y así lograr dar lugar y espacio a otro tipo de frecuencias, a vibraciones que sí quieran, sepan y puedan ayudarnos a crecer y ser mejores entidades, hoy (y siempre).