La mente, el intelecto
y la necesidad de medir las consecuencias de nuestros actos
Muchas veces observamos
que a la hora de entender el concepto de la inspiración en la vida
espiritual, muchos devotos simplemente se preocupan por “estar
inspirados” en el momento presente, sin proyectarse a futuro en
relación a este punto.
Esto se asemeja a la
actitud que en el mundo material podemos tener, en donde sólo nos
interesa experimentar algún tipo de palcer inmediato a través de
nuestros sentidos, pero sin considerar las seguras y cercanas
consecuencias que llegarán instantes luego a nuestra vida, y por las
cuales terminaremos sufriendo. Si tal alma ejercitaría sus
capacidades intelectuales, podría anticiparse al resultado de sus
acciones y de esta manera ver qué tan favorable será ocuparse en
una u otra acción.
Asímismo, este mismo
criterio peude y debe ser aplicdo en nuestra vida espiritual, para no
vernos simplemente en búsqueda de sensaciones inmediatas,
inspiraciones tan súbitas como fugaces, y a los pocos minutos, horas
o días estar experimentando un profundo vacío existencial que nos
haga perder nuestra fe en la práctica, y desconectarnos de ella para
retornar al trsite ciclo de enredos en el plano mundano.
Por ello la función de la
inteligencia es crucial en este sentido, y todo devoto debe saber
aplicarla a tiempo, de esta manera desarrollando una visión que no
sólo dependa de lo que se siente en el instante, sino que podremos
ir adquiriendo más y más capacidad de visualizar y extender nuestra
inspiración y entusiasmo al resto de nuestra existencia, sabiendo
para esto administrar en las dosis apropiadas nuestro tiempo y
energía, sin excesos ni extremos innecesarios, sino más bien
adquiriendo una apacible capacidad de asimilar cada etapa que llega a
nosotros, dedicándole toda la atención que sea necesaria para poder
garantizar una correcta asimilación del mensaje.