2.1.13


Dolor...



El dolor purifica y bendice, cuando es aceptado con humildad. Con humildad en verdad todo termina adquiriendo esas cualidades tan vivificantes. En este caso el dolor es fundamental: una de las cosas más importantes es saber dirigir el dolor apropiadamente, saber qué hacer con este elementos que se acerca a bendecirme a mi vida y que en general es uno de los factores más malinterpretados, rechazados y difamados de la historia de la humanidad.

El dolor se acerca con un propósito siempre superior, y es nuestro deber saber visualizar este trasfondo, para de esta manera lograr reciprocar como es debido, y no convertirnos en anfitriones maleducados que no poseen modales para brindar el trato correcto al huésped de ocasión, de acuerdo a su status específico.

Y muchas veces este dolor nos hablará los gritos, nos hará virtualmente volar por los aires, sacudiendo nuestro ser todo y de esta forma permitiéndonos ver las cosas desde una perspectiva diferente a la cual veníamos acostumbrados: el dolor es eso, un movimiento violento que nos termina sacando de nuestra postura estoico y pretenciosa, amorosamente obligándonos a ver las cosas desde un ángulo que hubiera resultádonos imposible contemplarlo, a menos que alguien o algo nos arrastre brutalmente hasta allí. Y una vez que se nos revela semejante paisaje inédito, se incrementa el elemento de comprensión dentro de nosotros, y así el dolor se vuelve un factor de revelación, un elemento que irrumpe inesperadamente en mi vida para llevarme a una nueva manera de considerar las cosas, por más que incluso no quiera (pero sí necesite). Por lo que le debemos un gran y profundo agradecimiento a este gran amigo llamado dolor, el cual no es otra de las múltiples facetas en las que el amor supremo elige y considera presentarse ante nosotros.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias