16.3.13

Compromiso





No existe el compromiso para con uno mismo. 
No existe el compromiso que no incluya a un segundo. 

Si sólo intento comprometerme conmigo mismo, esa actitud justamente demuestra mi falta de deseo por un real compromiso, el cual implique una relación con otras personas con quienes me estoy comprometiendo. 

De hecho, la base misma del amor es un total sentimiento de compromiso para con el amado. Amor sin compromiso se transforma en una cáscara parcial de lo que realmente debería haber allí. 

Cuando no hay compromiso, no hay amor, y en ese momento, podríamos decir que no estoy mostrando una preocupación por considerar a otra persona aparte de mí mismo, lo cual se traduce en pocas palabras como egoísmo concentrado, en donde el único objeto de meditación se vuelve mi propio ser con sus supuestas necesidades que no pueden incluir a otros, siendo esta conclusión una falacia de principio a fin: mis verdaderas y únicas necesidades incluyen obligatoriamente a los demás, a todos los demás. 

Si no llego a identificar mis necesidades en un plano universal, si no llego a visualizar cómo aquello que estoy necesitando es exactamente aquello que cualquier otro ser se encuentra también anhelando y buscando, hasta que no logre comprender esta unidad inherente a cada átomo incluso, no podré emprender exitosamente mi búsqueda del amor verdadero, y sólo me estaré embarcando en una expedición relativa, con un concepto del amor que se ve por completo mutilado por mi falta de visión, por mi negación a incluir ideales más amplios a la hora de considerar e intentar entender qué es el amor en sus más generosas manifestaciones, las cuales lo incluyen todo, e incluyen a todos, sin excepción posible.

(ilustración por Juan Manuel Tavella - www.hombreilustrando.com.ar)